jueves, 1 de diciembre de 2011

La barrera

Tengo Sida. Supongo que no tengo que explicar la diferencia entre VIH y Sida a estas alturas, así que no me he equivocado al escribir, tengo Sida. Adivino que al leer estas primeras líneas ya te has hecho una idea de mi vida. pues te equivocas. Soy mujer, heterosexual, de cuarenta y nueve años, casada y con un hijo. Ahora te habrás hecho una nueva idea de todo, pues también te equivocas, no me he acostado con nadie ni mi marido ha sido infiel. Todo fue hace mucho tiempo, cuando todavía no tenían muy claro cómo se transmitía el virus, y me hicieron una transfusión de sangre contaminada, así de simple. Si, como dicen algunos, esta enfermedad (o síndrome o lo que quieran llamarle) es un castigo de Dios, entonces, Dios va a tener que revisar sus papeles, porque algo no le ha salido del todo bien.
El caso es que estuve mucho tiempo sin saber que tenía el VIH, porque lo tenía antes incluso de tener a mi hijo. Y por alguna condescendencia divina, el niño nació limpio, los médicos ni siquiera saben explicar cómo, pero yo no me quejo, claro. Nada me hacía pensar que habría algún motivo por el cual yo podría adquirir el dichoso virus, por lo que jamás se me ocurrió hacerme las pruebas. Quizá si lo hubiese sabido antes, podría haber tenido más cuidado y se habría desarrollado más tarde. Pero con quizás no se escribe la historia, ¿verdad?
Es duro tener Sida. No es como antes, quiero decir, nuestra calidad de vida es mucho mayor, ya no tenemos que tomar mil medicamentos al día que te destrozan el cuerpo y la mente, pero eso no es lo realmente duro. Lo insoportable es que es una enfermedad que ataca al amor, justo donde más te duele. A estas alturas sé perfectamente cómo se transmite el VIH, en casa tomamos todas las precauciones para evitar que mi marido y mi hijo se contagien. Ellos me cuidan, me miman, me tocan sin ningún pudor, me quieren sin reservas, pero yo no puedo. Aunque mi cerebro sabe lo que tiene que hacer para que a los míos no les pase nada, mi corazón nunca olvida lo que llevo dentro, y esto crea una barrera que me impide disfrutar del contacto de mis seres queridos. Es tan horrible sentir rechazo cuando mi hijo me abraza, cuando mi marido me besa en los labios... Pero no lo puedo evitar, me siento aislada, como si el antiguo telón de acero se hubiese levantado a mi alrededor y me dejase dentro, atrapada, sola, desamparada.
Esta es la tercera neumonía que tengo. Sé que la cosa va a peor, no me engaño. Los médicos me dicen que no pierda la esperanza, que cada día aparecen nuevos remedios, revolucionarios fármacos, que algún día se encontrará la cura definitiva. Pero yo sé que no es verdad. Si las empresas farmacéuticas hubiesen querido encontrar una cura ya lo hubiesen hecho. O sea, ya hemos salido al espacio exterior, tenemos decodificado el código genético y hasta existen robots del tamaño de una mosca, ¿y no podemos encontrar una cura para combatir un simple virus? No, todo es dinero. Así de simple. Las multinacionales de los fármacos prefieren cronificar una enfermedad antes que curarla, les resulta mucho más rentable. Y yo, mientras tanto, moriré con miedo a tocar a mi propio hijo.

6 comentarios:

  1. La historia es emotiva, sí, pero lo de las farmacéuticas es una falacia. La primera que consiga una cura se forra, claramente. No hay una motivación económica del tipo "para qué una cura que elimine la enfermedad si tengo un remedio para los síntomas". El prestigio y el dinero que se llevarían con una cura supera con mucho el dinero de los fármacos paliativos. Google, plis.

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  2. Lo cierto es q escribí la historia a partir de una amiga bioquímica q trabaja para una multinacional farmacéutica y esto fue exactamente lo q le dijo su jefe. No escribo cosas así sin informarme ;-)

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  3. Pero es que para mí eso es igual de creíble como "un amigo de un amigo". En serio. Por ejemplo: yo soy de tu confianza (mal vamos) y te cuento algo que tiene que ver con un virus informático terrible de esos que te joden el ordenador si no tienes cuidado. A priori yo soy una fuente de confianza, pero puedo llevar prejuicios adquiridos, y tú no lo sabrías. O te cuento una historia que me ha contado un compañero sobre los móviles Android, y resulta que no es cierta porque mi compañero no revisó las fuentes o se equivocó. Ahora el daño ya escaria hecho.

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  4. Eso es un poco rebuscado, Jaimito, te hablo de una profesional cuyo trabajo es hacer medicamentos, hombre, no creo q se inventara semejante barbaridad...

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  5. Yo no sé si no hay cura porque no interesa; lo mismo efectivamente hay cientos de personas dedicando sus esfuerzos en encontrarla. Pero que tenemos muchos prejuicios es cierto. Que tiene que ser terrible no poder ser cariñoso cuando quieres, también. Y si es difícil ahora, imagínate cuando hagan más recortes en sanidad e investigación.

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  6. Yo no dudo de q habrá mucha gente queriendo acabar con el VIH, el cáncer, etc, yo dudo de los jefes y sus motivaciones. Pero sigo creyendo q un mundo mejor es posible ;-)

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