lunes, 10 de enero de 2011

El recolector de lágrimas

Desde que tuvo uso de razón, Leandro decidió guardar todas y cada una de sus lágrimas en un tarro. Al principio, sus padres encontraron aquella decisión como algo peculiar y graciosa. Cuando se caía, Leandro sacaba su tarro y lloraba pacientemente en su interior; cuando le castigaban por no haber hecho los deberes, guardaba su frustración líquida encerrado en su cuarto; cuando el matón de su clase le daba una buena zurra, no tenía ningún reparo en hacer una demostración pública de su recolección. Leandro se paseaba arriba y abajo con su tarro causando hilaridad a todo el mundo. Aquello resultaba de lo más pintoresco, pero sus padres creían que sólo se trataba de otra fase más de su etapa infantil.
Sin embargo, a medida que fue creciendo, lo único que cambió de aquella situación fue el tamaño del tarro en si mismo, que era cambiado por uno mayor a medida que los iba llenando. Recogió las lágrimas cuando Patricia le dijo que no, las recogió cuando perdió la liga, y también cuando no obtuvo la nota necesaria para entrar en la carrera que quería. Nunca dejó que se le perdiera ni una gota de su dolor. Sus padres empezaron a preocuparse, sus amigos le instaban a que abandonara aquella absurda manía. Pero Leandro siguió con su colección. Verle en los entierros de sus seres queridos con un tarro (cada vez más grande) bajo los ojos era un cuadro dantesco; la imagen de su persona en el juzgado firmando el divorcio mientras guardaba las lágrimas hubiera sido de lo más cómica si no fuera porque el dolor era demasiado patente; el día que murió su propio hijo parecía que no habría tarro lo suficientemente grande. Nadie entendía su comportamiento enfermizo, era como si le gustara regodearse en su propio sufrimiento. Hasta que finalmente, llegó el día en que Leandro murió.
Se presentó en el cielo con el tarro de lágrimas en la mano. Los ángeles le recibieron con los brazos abiertos, porque Leandro había sido, en líneas generales, un buen hombre. Cuando por fin estuvo ante Dios, le miró en silencio durante un rato y por fin, le enseñó el tarro.
- Quiero que me expliques esto -dijo al fin-, quiero que me expliques qué sentido tiene cada una de estas lágrimas.
- El dolor es la forma de aprender a ser mejores personas -respondió Dios-, las experiencias que te han dado estas lágrimas han hecho que valores las cosas buenas, te han convertido en quien eres y eso ha hecho que te ganes tu lugar en el cielo. ¿Lo entiendes ahora?
Leandro reflexionó durante unos instantes observando su tarro de lágrimas, entonces lo dejó en el suelo antes de hablar.
- ¿El sufrimiento es la forma de aprender? ¿este es el mejor método que se le ha ocurrido a un ser perfecto? Pues vaya mierda. ¿Sabes lo que te digo? que me voy con tu colega de abajo, porque él por lo menos va de frente y no presume de ser todo amor.

3 comentarios:

  1. :-(((
    sé a quién va dirigido... o puedo imaginármelo
    gracias Tavi, a todos nos ha tocado, estoy segura
    muacks!

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  2. Jodó, yo me esperaba a una Alison de "Cry Baby", y me encuentro con algo mucho más impactante.

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  3. Pues otra peli q no he visto, me voy a tener q poner al día jeje

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