lunes, 23 de mayo de 2011

Te doy mis ojos

Él no lo entendía. Por mucho que ella intentara explicárselo, él no entendía cómo ella podía seguir creyendo que el mundo iba a cambiar.
- La gente es basura -decía lleno de rencor-, cuanto mejor te portes con ellos más provecho sacarán de ti.
- Si todos pensamos igual -replicaba ella-, no estamos dejando hueco a la esperanza.
- Yo lo único que espero es que abras los ojos de una santa vez para que dejen de tomarte el pelo.
Y así acababan todas las discusiones, aunque en realidad, no terminaban. Él seguía a lo suyo y miraba con reproche cómo ella volvía a caer en las redes de la confianza.
Ella era todo amor, la única persona en la que él confiaba plenamente, por eso no quería verla sufrir depositando su fe en el mundo. Pero ella no se rendía. Cuando aparecía otra crueldad en su entorno, respondía con un acto de pura caridad, cuando la injusticia subía un nuevo peldaño, regalaba abrazos a desconocidos, cuando cuando la corrupción volvía a ganar poder, repartía honestidad entre los más desfavorecidos. Él no podía entenderlo, y de verdad que quería hacerlo, pero aquellas acciones le parecían inútiles como sembrar un paraje yermo con la más fértil de las semillas.
Y ocurrió lo inesperado. Un accidente fortuíto, de esos que te cambian la vida de la noche a la mañana, lo dejó ciego. Estuvo inconsciente durante más de una semana y cuando despertó, vio. En uno de esos maravillosos e incompresibles actos de generosidad, ella le había donado sus propios ojos. Llorando desconsoladamente, él preguntó qué cosa podía hacer a cambio y ella le pidió que la llevara a una manifestación que se había convocado el día de las elecciones.
Cuando llegaron allí, él vio un numeroso grupo de gente entregada por la causa común de mejorar el mundo. Cada vez más y más ciudadanos se congregaban exigiendo lo que nos habían enseñado que era la justicia. Personas unidas por un ideal limpio, por una una vida mejor, para todos. Él miró a su alrededor y sólo vio amor.
- Es tan bonito -le relataba a ella con emoción-, ojalá pudieras verlo todo.
- Lo veo, siempre lo he visto. Eras tú el que estaba ciego, desde mucho antes de perder los ojos.
Al día siguiente ganaron las elecciones los mismos corruptos de siempre. Pero aquello no había sido lo de siempre, porque él tenía nuevos ojos y los usaría para ver la verdad y luchar por un futuro mejor. #spanishrevolution.

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