viernes, 14 de octubre de 2011

A medias

Pues tengo un disgustín que para qué, oiga. Porque yo estaba tan tranquila a mi rollo en el frutero, sin meterme con nadie, muy en mis movidas y pasando olímpicamente de los comentarios y habladurías de todas. Porque hay que ver qué les gusta a las frutas un cotilleo, oye. Que si "mírala, quién dirá lo madura que está por dentro", que si "menuda fresca, a ver si la sacan de la nevera y se le bajan los humos", que si "claro, es normal, si la han criado en un invernadero" y no sé cuántas barbaridades más. Pero yo a lo mío, ignorando hasta a las uvas, que cuando se ponen en plan gregarias no hay quién las soporte.
Pues en estas estaba cuando me agarra el chavalín este que nos compró en el mercado y me lleva para la mesa del comedor. Y yo me dije:"Ya está, llegó mi hora". Pero de buen rollo, ¿eh? que yo soy muy de la nueva era y creo en el karma y la reencarnación y todas esas cosas. Que al fin y al cabo esta es mi misión en la vida y a otra cosa mariposa (bueno, mariposa, pera o comadreja, lo que nos toque en la próxima parada). Y ya hecha a la idea, me dispongo a que me pelen y consuman etcetera etcetera cuando de repente ¿cuál es mi sorpresa? que cuando llegamos al comedor me encuentro que me está esperando el exprimidor. De primeras mal, porque a mi lo de sacarnos el zumo siempre me ha recordado a los políticos, qué queréis que os diga, ¿y qué se hace con el resto de nosotras, eh? pues tirarlo, y no está la cosa para estar desaprovechando nada, la verdad. Pero bueno, que no se halla una en posición de opinar.
Pero es que ahí no acaba la cosa, no, señor. Resulta que el caballerete va y me corta por la mitad, que tampoco me extrañó, porque es el procedimiento normal para hacer zumo, y entonces va ¡y usa solo una de mis mitades! Quería tomarse una pastilla de algo y al señorito le daba asco tomarla con agua, así que se hizo un zumo con la mitad de mi persona y se tomó la dichosa pildorita. Y luego va y me deja (más cortada que un friki en una cita de verdad) otra vez en el frutero.
Y me diréis ahora que hago yo, media naranja, cortada, a medias, inacabada en mi propio destino, y siendo el puñetero hazmereir de toda la cocina. Así que si queréis saber cómo coño se siente una media naranja ya os lo digo yo: jodida, muy jodida. Si, si, incompleta y todo lo demás, pero básicamente, jodida. Asco de karma, joder...

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