miércoles, 15 de diciembre de 2010

El beso



El primer beso de Daniela apareció cuando ella tenía catorce años y siete meses. Sus amigas decían que era una tardía, porque todas ellas ya habían dado su primer beso en el curso anterior, así que se reían de ella y la ridiculizaban cada vez que se nombraba el tema. Pero a Daniela no le importaban todos aquellos comentarios, ella creía firmemente que el primer beso es algo importante, algo bonito que recordar para toda la vida, así que siempre se cuidó muy mucho de darlo a la primera de cambio. Sin embargo, para el Beso ya había pasado demasiado tiempo y siempre que podía se las ingeniaba para intentar salir. Un día se la lió en una fiesta del instituto, con todo el mundo mirando. Daniela estaba hablando con un compañero de clase tranquilamente, cuando de repente el Beso se asomó con cierto descaro por la comisura de sus labios. La pobre tuvo que salir escopeteada de allí, totalmente avergonzada. Otro día, en el cumpleaños de una de sus mejores amigas, Daniela se detuvo un segundo para hablar con el hermano mayor de la cumpleañera. De verdad que sólo fue un segundo, pero al Beso le bastaba y sobraba para hacer su puesta en escena. Daniela no podía creer que aquello estuviera pasando de verdad, cuando se vio a si misma poniendo morritos de una manera descarada. Al borde de la desesperación, a la pobre chica no le quedó más remedio que sentarse a hablar con su Beso.
- ¿Se puede saber qué te pasa? -preguntó en un tono ciertamente enojado.
- ¿A mí? -contestó el otro con cierta inocencia-, nada, ¿por qué lo preguntas?
- ¡Pues porque no paras de abochornarme cada vez que estamos en público! -le increpó ellá- ¿Es que te has propuesto acabar con mi vida social o qué?
- Mujer, es que ya llevo mucho tiempo por aquí -se excusó el Beso tímidamente- y yo creo que ya es hora de que me dejes salir, ¿no te parece?
Daniela se cruzó de brazos visiblemente enfadada.
- Pues no, no es hora. No pienso dejar que salgas por las buenas. Eres mi primer beso, y tiene que ser algo especial, algo para recordar el resto de mi vida. Así que no te pienso regalar al primero que pase.
- No lo entiendes, Daniela -se explicó el otro-. Yo ya soy especial porque soy tuyo, y siempre lo seré.
- ¿Pero y si elijo un chico que no se lo merece?
- Daniela, el momento será mágico en si mismo, da igual a quién me des porque tú me vas a recordar pase lo que pase. Pero cuanto más tiempo me mantengas atrapado, más difícil te será desprenderte de mí, y entonces nunca podré formar parte de tus recuerdos. Poco a poco me marchitaré como una flor, y perderé mi misma esencia.
Daniela no dijo nada, se quedó callada y pensativa.
Al siguiente sábado lo dejó salir, respiró hondo y besó a aquel chico con granitos que tenía esa cara tan graciosa. Sabía que no sería el amor de su vida, pero estaba bien, ya era hora de salir del cascarón. Así que simplemente cerró los ojos y acercó sus labios a los del otro. En aquel momento lo comprendió, la magia estaba allí, daba igual quién fuera la otra persona. En la oscuridad pudo oír a su Beso despidiéndose.
- Adiós, Daniela, te recordaré siempre.
- Y yo a ti, Beso, y yo a ti.

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