miércoles, 15 de diciembre de 2010

la hormiga que quería ser cigarra



La pobre hormiga se pasaba el día currando como una china, todos los días de la semana y y un porrón de horas de cada día. En honor a la verdad, hay que decir que la hormiga trabajaba mucho más de lo que en realidad la reina le exigía, pero es que su sentido de la responsabilidad era demasiado grande. Bueno, eso y que no tenía ni idea de qué hacer con el tiempo libre.
Un día que se encontraba recolectando granos en un descampado, se encontró con la cigarra. La otra iba con gafas de sol para ocultar que se encontraba medio pedete.
- ¿Qué pasa, nena? -se le acercó con caminar errático-, ¿cómo llevas la mañana?
- Pues aquí ando -a la hormiga no le hacía gracia el rollo after que llevaba la cigarra-, con mucho jaleo antes de que llegue el invierno.
- ¿Una caladita? -le ofreció la otra después de dar una gran calada a un porrillo que llevaba.
- No, gracias -rechazó de manera tajante-. Bueno, me vas a perdonar pero tengo que dejarte, que se me acumulan las tareas.
- Te veo tensa -insistió la primera-, ¿por qué no te relajas un poco?, anda, da una caladita y verás como desaparecen todas las preocupaciones.
- Mira, no quiero ser grosera, pero ya me conozco el cuento. Primero me lías y al final me veo aguantándote de inquilina todo el invierno.
La cigarra volvió a fumar con cierta parsimonia mientras la miraba fijamente.
- Bueno, no te voy a negar que se me ha pasado por la cabeza…
- Ya, pues que se te vaya olvidando.
- ¿Eres feliz?
-¿Cómo?
- Te pregunto que si eres feliz con la vida que llevas. ¿Te produce felicidad el trabajar de sol a sol?
La hormiga dudó por un momento, nunca se había planteado una cuestión como aquella. La felicidad no era una cosa que enseñaran en el colegio a las hormigas.
- No sé - respondió finalmente-, hago lo que tengo que hacer y la verdad es que lo hago muy bien, así que supongo que sí, cuando hago bien mi trabajo, soy feliz.
- Eso está bien, sentir que haces bien tu trabajo puede ser realmente gratificante -reflexionó la cigarra-, pero la vida se compone de muchos pequeños momentos, si enfocas tu energía en un solo campo te estarás perdiendo demasiadas cosas. Vamos a hacer una cosa: vente esta noche conmigo, invito yo.
Y así la hormiga se fue de marcha. Y menuda marcha!! La cigarra la llevó primero de cañas (a la segunda iba ya la pobre que no sabía cómo se llamaba), luego fueron de discotequeo y acabaron en un antro de mala muerte que hacía las veces de after. Conoció a un montón de bichos, se rió lo que no está escrito y terminó bailando como una loca en la tarima de la gogó. Al día siguiente, la resaca era del tamaño de un camión.
- Madre mía -le comentaba por teléfono a su nueva amiga-, tengo una manada de elefantes correteando por mi cabeza.
- Bueno -bromeó la otra- nada que no se arregle con una buena cerveza. ¿Te animas esta noche?
- Noooooo!!
- ¿Qué pasa? -se extrañó la cigarra- ¿No te lo pasaste bien anoche?
- Claro que sí, me lo pasé genial, porque era algo diferente, y precisamente por eso no voy a hacerlo hoy, porque si lo hago ya no será distinto a lo que hago habitualmente, y dejará por tanto de ser divertido. Pero te diré lo que haremos: dejaré que pases el invierno conmigo. Ahora entiendo que realmente no sería un favor para ti, sino un intercambio, tú sabes divertir y yo trabajar, noa podemos enseñar mutuamente.
- Muy bien, es un trato.

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