miércoles, 15 de diciembre de 2010

El jardín



Don Anselmo se acercó al Amigomío lentamente y lo regó con mucho cuidado hasta vaciar lo que quedaba de agua en la regadera. Luego, podó las ramas feas que le habían nacido al Tequiero y la Nomeolvides. El Cuentaconmigo había crecido demasiado, así que don Anselmo tuvo que transplantarlo a otra maceta más grande, mientras que la Graciasdecorazón se fortalecía bajo una pequeña pero poderosa lámpara de ultravioletas. El hombre se giró sobre si mismo para echar un vistazo a su invernadero. Era el jardin de frases bonitas más hermoso que nadie había visto nunca y él lo sabía. Se paseó orgulloso por entre sus palabras más mimadas, observándolas como un padre que observa a su hijo recién nacido. La Quéguapaestáshoy florecía fuerte y sana, el Ereslomásimportantedemivida desplegaba todos sus colores iluminando completamente el invernadero y la Notepreocupesqueyomeencargo lucía el verde más fulgurante de todos. Mientras el jardinero abonaba amorosamente el Quésuertehaberteencontrado entró en el invernadero don Julián, su vecino.
- Buenas tardes, Anselmo. ¿Cómo le va?
- Pues aquí me tiene, Julián, atareado con mis frases, como siempre.
El vecino se acercó al otro, admirando las diferentes macetas que encontraba en su camino.
- Cada día está esto más repleto. Veo que ha conseguido un Perdonafueculpamía, son muy raros de ver, sobre todo en esta época.
- Sí que me ha costado conseguirlo, sí -contestó el otro sin levantar la vista de la Abrázamefuerte que estaba desparasitando.
Don Julián llegó hasta él y lo estudió cuidadosamente. Don Anselmo apenas notó su presencia al llegar, absorto como estaba en el mantenimiento del Estoytanorgullosodeti.
- Es verdaderamente el jardín más hermoso que he visto en mi vida. Debe usted ser la persona que mejores regalos hará en todo el pueblo.
- ¿Regalos? -preguntó don Anselmo extrañado- ¿A qué se refiere?
- Sus frases, -contestó el otro- serían los regalos más bonitos que nadie podría recibir.
- Oh, no, no. Se equivoca usted, yo sólo las cultivo, pero no las uso, jamás las uso.
- ¿Ah, no? -se asombró el primero- ¿Nunca ha usado ninguna de estas frases con nadie?
- Nunca, -respondió el jardinero mientras volvía a su labor con una Tómaloyyamelodaráscuandopuedas- sufriría mucho si se estropearan, ¿sabe?
- Pero las palabras están hechas para ser usadas. ¿No sería mucho mejor decir “Lo necesitaba” que verlo ahí plantado?, ¿no sería más útil decir a alguien “Por fin has llegado” en lugar de admirarlo totalmente inerte en su maceta? ¿No sería maravilloso poder decir “Te quiero” y no podarlo y podarlo convirtiéndolo en una frase estéril y sin significado?
- No sé, me da miedo. ¿Y si las uso y se me estropean?
- Pues las vuelve usted a plantar, hombre de dios, las vuelve usted a plantar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario