miércoles, 15 de diciembre de 2010

Ideales



La Justicia tenía un cabreo de mil pares de cojones. Estaba realmente harta de que todo el mundo la tomara por el pito del sereno y decidió poner los puntos sobre las íes, así que se fue a buscar quién pudiera darle alguna explicación razonable de porqué nadie parecía tenerla en cuenta. A la primera que se encontró fue a la Educación, que se hallaba haciendo el inventario de una biblioteca.
- No sé -respondió la otra ante su requerimiento-, yo enseño a todo el mundo desde que son muy pequeños que la Justicia es necesaria para la convivencia, que las personas son todas iguales, que deben tratar al prójimo con respeto etc, etc. Pero esta enseñanza parece perderse en algún momento de su vida adulta y, claro, esto ya no es de mi competencia…
Así que la Justicia se despidió (educadamente) y continuó su busqueda. Encontró al amor sentado en el banco de un parque, entretenido contando las hojas caídas.
- Ni idea -respondió ante la pregunta sin apenas levantar la vista del suelo-, yo les digo cómo deben amarse los unos a los otros, les muestro que el amor es infinito, que se puede querer a todo el mundo sin que por ello el corazón se perjudique, pero todos acaban prefiriendo en algún momento al Odio. Quizá sea él el culpable.
La Justicia se despidió con un cariñoso abrazo y fue en busca del Odio, pensando que quizá había encontrado la ansiada respuesta. Fue una sorpresa cuando se topó con el otro acompañado de la Ecuanimidad encima de una rotonda en medio de un atasco en hora punta.
- No creo ser el responsable de que nadie te tome en serio -contestó el Odio visiblemente molesto por las acusaciones-. En cualquier caso, la gente acude a mí después de haber conocido el Amor, son ellos los que me buscan. Es posible que el Amor no esté haciendo bien su trabajo.
- Eso, sin tener en cuenta que lo que para unos es justo, para otros no - completó La Ecuanimidad-. Los esquimales dejan morir a sus mayores cuando éstos dejan de ser útiles para la tribu, esto puede parecer una crueldad a ojos de la civilización occidental, pero para ellos la crueldad es dejar que los niños no puedan crecer sanos por gastar el escaso alimento en los viejos que no producen. Un empresario piensa que su empleado siempre intenta escaquearse del trabajo, y el empleado piensa que su jefe sólo quiere explotarle… Así que, como ves, no es fácil hallar un motivo concreto en este caso.
Desanimada después de la conversación, la Justicia fue a casa de la Libertad con intención de tomarse un café y tener una charla algo más animada.
- El problema en sí mismo es la ambigüedad -decía la Libertad mientras soplaba sobre su taza de café caliente-. ¿Cuál es la barrera que separa la Libertad del Libertinaje?
- Yo, en cambio, creo que es una cuestión de actitud -replicó la Valentía, que también había sido invitada a la sobremesa-, hay que ser muy valiente para hacer lo que uno cree correcto, mientras que cerrar los ojos y mirar hacia el otro lado siempre es mucho más fácil.
La Justicia se dirigió hacia su casa abatida, triste, perdida. Nadie había sido capaz de responder a su pregunta, ni mucho menos de darle una solución a su problema. Se sentía inútil, mayor, insulsa, fea y terriblemente absurda. Y pasando por delante de las urgencias de un hospital se encontró con la Esperanza.
- No hay solución posible a lo que me cuentas -le dijo después de escucharla atentamente-. La gente debe tener libre albedrío para elegir, y tú no puedes hacer nada al respecto. Pero nunca te sientas inútil, porque si tú no existieras, aunque sea sólo en el mundo ideal, nadie sabría que existe un camino mejor, que otro mundo es posible, que las cosas que están mal se deben corregir. Y en ese mismo instante, la esperanza moriría.

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